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Adelante no te rindas – Parte II

javier odoardi

La meta está cerca

Recuerdo con claridad un día soleado en el que el destino me desafió en una pista de atletismo. Era un campeonato distrital de atletismo, y yo ya había asegurado mi lugar en los juegos nacionales compitiendo en los 1000 metros planos. Sin embargo, en esa jornada me esperaba reto mayor: la carrera de 1500 metros con obstáculos.

La emoción y los nervios flotaban en el aire mientras me preparaba para la carrera. Pero había algo más: un dolor persistente en mi pierna derecha que amenazaba con desbaratar mis planes. No estaba dispuesto a permitir que un obstáculo físico se interpusiera en mi camino. Decidí buscar la ayuda de una fisioterapeuta, y con determinación, busqué alivio para mi dolor. El masaje y el calmante en aerosol ayudaron a mitigar el dolor, pero sabía que el verdadero desafío estaba por delante.

La carrera comenzó y con cada salto de obstáculo, podía sentir cómo mi pierna protestaba en silencio. Sin embargo, mi espíritu se mantuvo inquebrantable. Estaba en segundo lugar y tenía la certeza de que podía remontar en los últimos 300 metros. La victoria estaba a mi alcance, pero el destino tenía otros planes. A falta de una vuelta y media, el dolor que había estado acechando se intensificó. Salté el obstáculo con todas mis fuerzas, pero la pierna cedió y caí al suelo.

El tiempo pareció detenerse mientras luchaba por ponerme en pie. Me encontré en el quinto lugar, lejos de la gloria que había soñado. Pero allí, en medio de la pista, renacieron la persistencia, el deseo de superación y la motivación de contribuir al equipo para ganar el campeonato. Mis músculos se negaron a ceder, y con determinación, me levanté. No importaba cuán cerca o lejos estuviera de la línea de meta; tenía la oportunidad de hacer una elección poderosa.

La última vuelta se convirtió en un sprint de determinación. Mi pierna dolorida no podía detener mi espíritu indomable. Mi corazón latía con fuerza mientras el público vitoreaba. Cruce la línea de meta no como el ganador, pero sí como alguien que nunca se rindió. Mi segundo lugar no era solo un número en el marcador; era una prueba de que la persistencia puede convertir los momentos más oscuros en oportunidades de crecimiento.

Esa carrera no solo me enseñó sobre mi propia fuerza interior, sino también sobre el poder de la persistencia. La vida está llena de obstáculos y desafíos, y es nuestra actitud frente a ellos lo que determina nuestro éxito. Como ha dicho Vince Lombardi, “los logros más grandes vienen por persistencia”. Mi persistencia no solo me llevó a cruzar la línea de meta, sino también a contribuir al triunfo de mi equipo, que se alzó como campeón en ese torneo.

Mi experiencia en aquella carrera es un recordatorio viviente de que, a veces, el camino hacia el éxito está lleno de baches y caídas. Sin embargo, cada vez que nos levantamos, estamos un paso más cerca de nuestras metas. La vida nos desafía constantemente, y es nuestra determinación la que nos lleva a alcanzar nuevas alturas.

No importa cuán cerca estemos de nuestra meta, la persistencia sigue siendo nuestro aliado más confiable. Como atletas de la vida, debemos recordar que incluso en momentos de dolor y desafío, el triunfo es posible si mantenemos encendida la llama de la persistencia. Mantengamos la fe en nuestras capacidades y en la fuerza que reside dentro de nosotros. Al igual que en aquella carrera, cada paso hacia adelante nos acerca un poco más al éxito, y cada elección de persistir nos hace más fuertes.

¿Cómo puedes mantener encendida la llama de la persistencia en tu vida, incluso en los momentos más difíciles? ¿Qué te motiva a seguir adelante cuando sientes que estás cerca de rendirte?

Aviva la llama de la persistencia porque lo mejor está por venir

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Javier Odoardi

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